jueves, 3 de septiembre de 2009

ANARQUIA COMO VERDADERA DEMOCRACIA

Desde que tiene memoria, el anarquismo ha significado lucha contra el Estado, porque el Estado contiene y simboliza el sistema de opresión y explotación que impide la autodeterminación individual y colectiva en cumplimiento de su papel como guardián legitimador de los intereses de las oligarquías dominantes.




Pero ahora, cuando el Estado-nación adquiere fecha de caducidad, no por la acción del corrosivo embate antiautoritario sino para refundarse y servir mejor a la causa de la globalización neoliberal y capitalista, el pensar anárquicamente parece perder con esta mutación a uno de sus principales referentes. Ante esta perspectiva, ¿cuál debe ser la posición del anarquismo? ¿Sobrevivirá intelectual, social y éticamente el anarquismo en esta incipiente “sociedad del riesgo” (Ulrich Beck), que chapotea sin rumbo en una “vida liquida” (Zygmunt Bauman) dominada por el ocaso de la esfera pública y una imparable “corrosión del carácter” (Richard Sennett) que imposibilita la identidad moral? ¿Qué futuro tiene el anarquismo después del Estado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario